Una tradicición taurina recuperada


UNA TRADICIÓN TAURINA RECUPERADA

(Programa Oficial de las Fiestas)

      Como cada año por estas fechas, la ciudad se prepara para la celebración de las tradicionales Ferias y Fiestas, con numerosos y variados festejos. Uno de los más esperados y de mayor poder de convocatoria, son los encierros.

      Precisamente en estas fechas se está tramitando que la Junta de Castilla y León los declare “tradicionales”, que es un título que la ciudad podrá ostentar y publicitar, y al mismo tiempo asegura que su celebración se regirá dentro de unas normas y seguridad exigidas acorde a los tiempos actuales. En definitiva, que asegure la conservación de tan arraigada tradición acorde a las nuevas disposiciones.

      Para estos trámites, he investigado en el Archivo Histórico Municipal y en el de la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial.

      En el primer archivo, se ha podido documentar estos festejos taurinos populares desde 1519, con abundante documentación insertada en el expediente, a pesar de lo mermado de sus fondos documentales.

      Pero el documento conocido más importante y antiguo en relación con los toros en Arévalo, debíamos buscarlo en otro archivo. Ya se había publicado total y parcialmente, de acuerdo a una antigua publicación del año 1870. Era necesario cotejar y comprobar. Porque algunas transcripciones antiguas pueden tener variaciones, para  su más fácil lectura. Y porque no son pocas las poblaciones de diversos puntos de nuestra geografía que se atribuyen la paternidad de ese “invento”  de los toros embolados. El documento original se encuentra en El Escorial, es una crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, y está  fechado en el año1494.

     Los Reyes Católicos, entre junio-julio del año 1494, se encuentran unos días en nuestra ciudad para visitar a la reina madre Isabel de Portugal, como lo hacía Isabel siempre que podía. Unas veces son visitas de los Reyes reflejadas en sus itinerarios. Otras veces la Reina hacía una parada si pasaba cerca de nuestra Ciudad. En esta ocasión, a primeros de julio, se ratificó en la entonces Villa el Tratado de Tordesillas y se celebró el tan conocido espectáculo. Están bien documentadas esas fechas y ambos acontecimientos.

     No deja de ser una coincidencia que a punto de conmemorar el IV Centenario de la muerte de la Reina Isabel, aparezca este documento original de tanta importancia para Arévalo.

     Todos los autores publicaron la trascripción del siglo XIX.

     Ciertamente que, en lo fundamental, no cambia mucho de lo que ya conocíamos. Pero, por la importancia de este documento para la Ciudad de Arévalo, era necesario acudir a las fuentes originales y el resultado no ha defraudado las expectativas, pues se trata de una noticia tan contundente como irrefutable.

     Por ello y agradeciendo las facilidades que me prestaron para la consulta y trascripción de tan importante documento, mi reconocimiento al Archivero del Real Monasterio de El Escorial, el PP Agustino José Luis del Valle y al Jefe de Seguridad del mismo, D. José Ortega Antequera.

     El texto original es el siguiente: 

     Una cosa seme ha venido ala memoria deque asi mismo fué inventora aq^lla bendita e bien pºveyda Reyna. En aql mismo camino e tpô q^ tengo dho. E fue q^ estando alli en Arevalo corrierô toros delante desus Alt^zas emataro^ dos ombrê e tres o q^tro cavallos e hiriero^ mas: por q^ eran bravos, de Compasquillo: e la Reyna sintio mucha pena dello (por q^ era naturalmente piadosa e xp^tanissima) e q^dando congoxada delo q^ tengo dho, desde apocos dias enla misma Arevalo mando correr otros toros pa ver siseria pºvechoso lo q^ thenia penssado (lo qual fue muy util e la invêcion muy buena e para reyr, y fue desta maña). Mando q^ alos toros enel corral les encaxasen o calçasen otros cuernos de bueyes muertos (en los pºpios q^ ellos thenian) e q^ asi puestos se los clavasen, porq^ no seles pudiesen caer: e como los insertos bolvian los estremos e puntas dellos sobre las espaldas dl toro, no podian herir aningû cavallo ni peô aun q^ le alcançasen, sino dalle de plano e no hazerles otro mal. E asi era un graçioso passatpº e cosa para mucho rreyr: E de ay adelante no q^ria la Reyna qse corriesê toros ensu presençia sino con aqllos guâtes dla maña q^ esta dho.1 

      Esta forma de lidiar reses bravas por el pueblo llano, en principio no cuajó  mucho, porque era a la nobleza a quién les era permitido lancear y correr toros. Incluso cayó en desuso, quizás también por la dificultad técnica de encajar las bolas en las defensas de los toros.

     Pero resurgió  con mucha fuerza después, cuando ya afianzada la lidia según se entiende en las corridas modernas, eran necesarios espectáculos taurinos para el regocijo del pueblo.

      En Arévalo está documentado el correr “toros embolados”  durante el siglo XIX y principios del XX, con incesantes intentos de afianzar esta tradición.

      En nuestros días son muy populares en Pamplona después de sus famosos encierros y en toda la zona levantina.

      Sean bien lidiados los toros embolados en su propia cuna.    

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