Toros en embolados


TOROS EMBOLADOS, UNA TRADICIÓN  

     

        Ricardo Guerra Sancho, Cronista Oficial de la Ciudad de Arévalo

     Dentro del programa de las Ferias y Fiestas, uno de los festejos más esperados y de mayor poder de convocatoria, son los encierros.

      Recientemente ha sido aprobado que se tramite ante la Junta de Castilla y León que los encierros, el Novillo del Alba y los toros embolados, sean declarados “festejos tradicionales”, título que la ciudad podrá ostentar y publicitar, y al mismo tiempo asegura que su celebración se regirá  dentro de unas normas de seguridad y pureza de la tradición, exigidas acorde a los tiempos actuales. En definitiva, que asegure la conservación de tan arraigada tradición de acuerdo a las nuevas disposiciones.

      Para estos trámites, he investigado en el Archivo Histórico Municipal y siguiendo un importante rastro, en el de la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial.

      En el primer archivo, se ha podido documentar estos festejos taurinos populares desde 1519, con abundante documentación que se ha insertado en el estudio, a pesar de lo mermado de los fondos documentales del archivo, el cuerpo documental es suficientemente amplio y altamente significativo para lo que nos proponíamos, y todo ello documenta ampliamente esa tradición de los festejos populares taurinos.

      Pero el documento conocido más importante y antiguo en relación con los toros en Arévalo, debíamos buscarlo en otro archivo. Ya se había publicado total y parcialmente, de acuerdo a una antigua trascripción del año 1870, la traducción de la Sociedad de Bibliófilos Españoles. Lo publicó íntegramente D. José María de Cossío en su Tratado de los Toros en 1989 y lo recogen parcialmente José Mª Gil en su obra Misterio de Isabel la Católica en 1992, así como otros diversos autores. Era necesario cotejar y comprobar tan importante documento, porque algunas trascripciones antiguas pueden tener variaciones, para  su más fácil lectura. Y porque no son pocas las poblaciones de diversos puntos de nuestra geografía que se atribuyen la paternidad de ese “invento” de los toros embolados.

     El documento original se encuentra en El Escorial, en un libro manuscrito que es una crónica de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, elLibro de la Cámara Real del Príncipe D. Juan, y está fechado en el año1494.

     Los Reyes Católicos se encuentran en nuestra ciudad, unos días entre junio-julio del año 1494, para visitar a la reina madre Isabel de Portugal, como lo hacía Isabel siempre que podía. Unas veces son visitas de los Reyes reflejadas en sus itinerarios. Otras veces la Reina hacía una escapada si pasaba cerca de nuestra Ciudad. En esta ocasión, a primeros de julio, se ratificó en la entonces Villa el Tratado de Tordesillas y también por esos días se celebró el tan conocido espectáculo taurino.

     No deja de ser una coincidencia que a punto de conmemorar el IV Centenario de la muerte de la Reina Isabel I de Castilla, aparezca este documento original de tanta importancia histórica para Arévalo.

     Ciertamente que, en lo fundamental, no cambia mucho del texto que ya conocíamos. Pero, por la importancia de este documento para la Ciudad de Arévalo, era necesario acudir a las fuentes originales y el resultado no ha defraudado las expectativas, pues se trata de una noticia tan contundente como irrefutable.

     Por ello y agradeciendo las facilidades que me prestaron para la consulta y trascripción de tan importante documento, mi reconocimiento y el de la Ciudad de Arévalo, al Archivero del Real Monasterio de El Escorial, el PP Agustino José Luis del Valle y al Jefe de Seguridad del mismo, D. José Ortega Antequera. El texto original es el siguiente:

     Una cosa seme ha venido ala memoria deque asi mismo fué inventora aq^lla bendita e bien pºveyda Reyna. En aql mismo camino e tpô q^ tengo dho. E fue q^ estando alli en Arevalo corrierô toros delante desus Alt^zas emataro^ dos ombrê e tres o q^tro cavallos e hiriero^ mas: por q^ eran bravos, de Compasquillo: e la Reyna sintio mucha pena dello (por q^ era naturalmente piadosa e xp^tanissima) e q^dando congoxada delo q^ tengo dho, desde apocos dias enla misma Arevalo mando correr otros toros pa ver siseria pºvechoso lo q^ thenia penssado (lo qual fue muy util e la invêcion muy buena e para reyr, y fue desta maña). Mando q^ alos toros enel corral les encaxasen o calçasen otros cuernos de bueyes muertos (en los pºpios q^ ellos thenian) e q^ asi puestos se los clavasen, porq^ no seles pudiesen caer: e como los insertos bolvian los estremos e puntas dellos sobre las espaldas dl toro, no podian herir aningû cavallo ni peô aun q^ le alcançasen, sino dalle de plano e no hazerles otro mal. E asi era un graçioso passatpº e cosa para mucho rreyr: E de ay adelante no q^ria la Reyna qse corriesê toros ensu presençia sino con aqllos guâtes dla maña q^ esta dho.2

      Esta forma de lidiar reses bravas por el pueblo llano, en principio fue bien acogido, porque era solo a la nobleza a quién les era permitido lancear y correr toros y de esta forma participaban todos. Después cayó  en desuso, por la dificultad técnica de encajar los otros cuernos en las propias defensas de los toros y porque con la evolución de la forma de lidiar, ya se habían afianzado otras formas de lidia popular.

     En Arévalo está documentado el correr “toros embolados” durante el siglo XIX y principios del XX, con incesantes intentos de afianzar esta tradición, porque, ya implantada la lidia según se entiende en las corridas modernas, eran necesarios espectáculos taurinos para el regocijo del pueblo llano.

     Como ejemplo, en el año 1891, cuando se está construyendo la nueva plaza de toros fija, la empresa que lo hace, pide para ello una ayuda al Ayuntamiento, que no les deniegan, pero con una serie de obligaciones, entre ellas “...dar cuatro toros de muerte en cada uno de los días 1º y 4º de la feria, dando los novillos embolados para ser lidiados por el público en cada un año de la concesión. Y que el día 25 de Julio de cada año por el que se otorga la concesión se comprometen á dar seis novillos embolados para ser lidiados por el público mediante la entrada de uno y dos reales (niños y mayores) pero si los empresarios dieran toros de muerte en dicho día, se comprometerán á dar dos novillos embolados.”

      En nuestros días, son muy populares en Pamplona después de sus famosos encierros y en toda la zona levantina, donde ha pervivido con particularidades propias, no así en Castilla, que cayó en desuso .

      Sean bien lidiados los toros embolados en su propia cuna y sea esta recuperación un nuevo aliciente en nuestras fiestas. En el amanecer de cada domingo, se correrá el encierro, el “Novillo del Alba” y un toro embolado