Plaza de palos, novillos en el arrabal.


 PLAZA DE PALOS, NOVILLOS EN EL ARRABAL

     La Plaza del Arrabal fue coso taurino durante casi 400 años

     Al amparo de las ferias, nacieron las fiestas 

      Ricardo Guerra, Cronista Oficial de Arévalo

     Como en tantas ciudades y villas castellanas, inmediatamente después de la repoblación, donde surgen con fuerza las Comunidades de Villa y Tierra, nacen los mercados y ferias donde se comercia con los productos de la tierra y se abastece a la comarca con las manufacturas y productos artesanales más diversos.

     En Arévalo, la feria de ganados se celebraba en el Teso Viejo, los frutos y hortalizas en la Plaza de la Villa, los productos artesanales y las manufacturas suntuosas importadas de lejanas tierras, en la Plaza del Real, y el pasaje de los arcos del Alcocer estaba acotado por la autoridad para los cambistas, transacciones dinerarias y mesas de escribanos. Cuanta animación y gentío se congregaría en esos lugares urbanos de la entonces Villa, gentes de su extensa comarca natural, en los momentos de apogeo económico y comercial. Mercados y ferias que pronto también salen del recinto amurallado de la Villa Vieja, para aglutinar en el Arrabal los más diversos oficios y artesanos. Poco a poco, esta plaza toma la preponderancia comercial del ensanche de la villa.

     El Concejo acompañó estas actividades comerciales con otros actos festivos, para animar y divertir a los asistentes a esas ferias y mercados, y entre los festejos, siempre destacó el “correr toros”, que es lo que más gustaba a la gente. Por eso podríamos decir que al amparo de las ferias nacieron las fiestas, llegándose a fundir ambas, de ahí  el tradicional enunciado de “Ferias y Fiestas”, para en la actualidad quedar las ferias en otras fechas representadas por la Feria de Muestras y la de Antigüedades, y las fiestas en torno al Patrón San Victorino.

      La Plaza del Arrabal, el nuevo centro de la población, que desplazó  al antiguo de la Plaza de la Villa, pronto de convirtió también en el famoso mercado de cereales, marcando precios en los mercados castellanos de cereales y legumbres. Y también se convirtió en coso improvisado, fabricado de palos de nuestros pinos, cerrando tablados y talanqueras, con las jaulas, unas veces en medio del coso y otras en la fachada de Santo Domingo. Todo un montaje que se realizaba indistintamente en el lugar destinado a los festejos taurinos, en cualquiera de las plazas que han servido de coso taurino. Maderos y tablas que el antiguo Concejo guardaba en unas dependencias. También conocemos algún cerramiento realizado de forma más provisional con carros y carretas. La construcción era obligación del “carpintero concejil” que era el encargado de velar por la correcta fabricación de las “medidas de madera”. Es decir, de las fanegas o medias fanegas, de los celemines y también del molde de nuestros ladrillos mudéjares, que era de unas dimensiones reglamentadas por el Concejo.

  Así fue durante varios siglos, porque el primer dato que tenemos de correr toros en esta plaza es de 1624 cuando la Cofradía de Santa Ana que realizaba actos religiosos y también festejos profanos, dicen los libros antiguos que acuerdan el “correr dos toros de muerte y cuatro novillos, de los que el último era pagado por los mozos de la Cofradía y los restantes por los cuatro Mayordomos…” Esta Cofradía ya realizaba antes estos festejos en la Plaza de El Salvador, y desde ese año se trasladaron a la de El Arrabal.

      La plaza se engalanaba también, y como ejemplo, los balcones del Cabildo Mayor Eclesiástico, que en la plaza tenía una casa “con vistas”, ventanas y balcones que se engalanaban con “tafetanes encarnados”. Del año 1757 tenemos unos datos curiosos en un inventario del Cabildo, que tiene ”tafetanes pequeños y grandes del mismo color (rojo carmesí), los que sirven para entre ventana y ventana en las del Cabildo, donde ve las funciones de Toros… y para el adorno, y colgar el bajo de dichas ventanas, más otra zenefa que sirve para colgar sobre las dichas ventanas”.

     También el Concejo tenía al uso unos “claros”, es decir, una zona reservada para los Regidores. El Concejo tenía tablados y balcones en la Plaza del Real, en la antigua Casa del Concejo, como también los Sexmeros en la suya, pero en el Arrabal a veces se los cedía el Cabildo y a veces los alquilaba a algún vecino.

      En este coso se celebraron numerosísimos festejos de lancear toros, o correrlos en el encierro hasta que llegaban al recinto, o las tradicionales capeas con los famosos cortadores de Arévalo, de Madrigal, de Medina y otras poblaciones limítrofes, en una puja que era el divertimento del público local y foráneo. Son conocidas muchas anécdotas, como el toro de la churrería, varios escapados que hacían hueco entre los resinosos palos del cerramiento, varios chavales corneados, y también mucha diversión en aquellas “vacas de noche”, ya en época más moderna, en que se bailaba entre vaca y vaca, con carreras de mozas y mozos hacia el resguardo cuando la música interrumpía de golpe los acordes para dar salida a otro astado, y los apagones de luz en momentos críticos… 

     El año pasado se recordó los cincuenta años de la desaparición de este coso de palos en el Arrabal, 1957 fue el último, para pasar a plazas portátiles que se han instalado posteriormente en diversos lugares. La plaza fue adoquinada dos o tres años antes, y se echaba tierra para el efecto. Por eso aún está en parte de ella el trazado del circuito de la empalizada, un triángulo irregular, como se aprecia en esas losas de piedra de Cardeñosa entre las que encajaban la empalizada, dejando las aceras para los tablados.

      Prácticamente cincuenta años después, cuando se construirá  una nueva plaza fija, moderna, cómoda, segura y funcional. Son cosas de la historia taurina de nuestras Ferias y Fiestas. A divertirse, los corredores a correr los toros con cuidado, con el corazón caliente y la mente fría y despejada… cumpliendo las normas y la tradición. Otros nos conformaremos con presenciar los festejos. La historia se repite y continúa renovada.

     Felices fiestas a todos, conciudadanos y visitantes.

     ¡Viva San Victorino!

      Publicado Extra de Ferias de El Diario de Ávila 2008