Cosos taurinos en plazas públicas



COSOS TAURINOS EN PLAZAS PÚBLICAS


En determinadas fechas, las plazas se transformaban para
acoger los festejos populares taurinos
 

     Ricardo Guerra Sancho, Cronista Oficial de Arévalo

      En las poblaciones con arraigada tradición taurina, donde las fiestas no se conciben sin la celebración de espectáculos con reses bravas, siempre hay un lugar, una plaza, donde habitualmente se celebraban esos festejos taurinos. En realidad cada pueblo o ciudad tenía un lugar destinado a esos fines, al menos hasta que la fiesta de los toros evoluciona, se afianzan las corridas de toros al estilo moderno y proliferan plazas fijas construidas al efecto.

     Hay poblaciones donde el lugar determinado donde se corren los toros, lleva un nombre específico que lo describe, como “plaza del coso”  o “corral de los toros” y el lugar donde se instalaban los toriles, “callejón de los novillos”, como es el caso de Arévalo. Normalmente eran las plazas mayores el lugar en que habitualmente se celebraban todos los festejos, también los taurinos, para lo que se instalaban barreras, jaulas, talanqueras, gradas y otros sistemas de cerramiento que permitían presenciar y participar en los espectáculos con las seguridades que el correr toros bravos requiere. Y ha sido así  a lo largo de siglos de historia. Pero detengámonos un poco en esos diferentes espacios.

      En nuestra ciudad, con su trazado urbano característico en función de su caserío alargado que, desde el barrio de san Pedro fue evolucionando siempre hacia el sur y creando nuevas plazas y espacios abiertos en ese caserío, podemos certificar que no hay ensanche de plazuela o plaza propiamente dicha que no hayan servido de coso para correr toros. Prácticamente están documentados esos festejos en todas ellas.

      Las antiguas leyendas nos hablan de los primeros cosos en los barrios y plazas de San Pedro y La Magdalena, donde dicen que el propio Cid Campeador lanceó toros. Ya sí debió de ser, con ese caballero o con otros, porque en aquellos tiempos, el lancear toros era potestativo de los nobles caballeros y el pueblo llano era mero espectador de todo aquello. Y así fue como nacieron los espectáculos populares, cuando ese pueblo espectador, salía al encuentro del encierro de las reses bravas que serían lidiadas por los caballeros cuando, desde el campo o la dehesa, eran trasladados al coso de la lidia. En algún momento determinado de la Edad Media, algún noble quiso contentar al pueblo congregado en esa guisa y dio una propina participativa a los más atrevidos y así comenzaron los encierros y las capeas de a pié con esos “toros del alba”, nombre que se origina por la hora temprana en que se producía el traslado.

      La antigüedad de esos festejos populares viene dada en función de los documentos que cada ciudad conserva en sus archivos, relacionados con el lancear y correr toros, pero podríamos asegurar que era una costumbre similar extendida por aquellas fechas en todas las ciudades y villas de Castilla, y aún más. En Arévalo y en su Archivo Histórico Municipal, los documentos primeros son de principios del s. XVI y en documentos de otros archivos, de mediados del s. XV.

      Así  tenemos los primeros datos que nos sitúan esos festejos en la Plaza del Real, para festejar la coronación del Rey Enrique IV, o la concesión de las “Ferias Francas”. Esta plaza continúa como coso taurino en muchas ocasiones, generalmente circunstanciales y en fechas determinadas, se construye la balconada en la antigua Casa del Concejo para que los Regidores pudieran presenciar los festejos, hasta que a principios del s. XX es remodelada y se realizan plantaciones de árboles con lo que dejan de celebrarse los toros en ese coso.

     En la Plaza de la Villa, con el famoso episodio en que la Reina Isabel I de Castilla, la Católica “inventa” los toros “enguantados”  que después conoceremos como “toros embolaos”, para ofrecer un espectáculo más divertido y con mucho menos riesgo. Era el coso acostumbrado para las fiestas de Santiago y de la Virgen de Agosto desde tiempo inmemorial, y que lo siguió siendo durante siglos como lo atestiguan unos acuerdos del Ayuntamiento, ya modernos pero muy descriptivos, en julio de 1891 que dicen: “…que el día veinticinco tenga lugar la corrida de novillos; que se dé esta en la forma ordinaria, verificándose el encierro de aquellos al amanecer del mismo día, por el puente de Valladolid y calle de San Martín”. O la descripción que se hace en el acuerdo de 15 de julio de 1901 cuando dicen: ”La Comisión de Festejos dio cuenta de haber acordado celebrar las funciones de Novillos, en los días 25 del corriente y 15 de Agosto próximo, en la forma que otros años; o sea por la mañana, a las seis, uno o dos novillos; y por la tarde ocho en cada tarde; pero siendo los mismos los de la mañana, que los de la tarde; y también los mismos en los dos días.

     Que la capea sea este año en la plaza de la Villa; y los toriles se construyan en la Calle del Horno en la parte que media desde su desembocadura en la dicha plaza hasta la carretera de Doña Carmen Luquero, que no hay vecino alguno; y el otro en la parte lateral del Norte de la Iglesia de Santa María la Mayor, entre ella y la Escuela de Niñas.

     Que las talanqueras, tablados, jaulas y demás cerramientos de la plaza sean como de costumbre en otros años…”.

      En una preciosa fotografía del Archivo Sanz fechada hacia 1880 se pueden apreciar estos extremos.

      Con el paréntesis de unos años en que unos empresarios construyeron una plaza fija (aunque parece que nunca se finalizó) y en ella se celebraron muchos festejos con los toreros afamados del momento.

      Finalmente, aunque hay otras plazas-cosos con festejos muy curiosos, en la Plaza del Arrabal, el nuevo centro de la población, donde se celebraron capeas y encierros para acompañar a las Ferias y Fiestas, con la construcción de tablados, talanqueras, jaula y toriles hasta el año 1957, (este año ha sido el cincuentenario de su desaparición), y de ahí  pasará a las plazas portátiles. De esta plaza tenemos numerosísimos documentos gráficos y el trazado del circuito que formaba la empalizada, marcado en piedras de Cardeñosa, en el pavimento que se está remodelando estos días.

      Curiosa historia de entornos urbanos que han sido cosos taurinos para una tradición de siglos, los festejos taurinos populares. 

Fotos: Toros en la Plaza del Arrabal por los años 40, el cesto (Archivo R. Guerra)

Toros en la Plaza de la Villa hacia 1880, con Don Tancredo (Archivo Sanz)

Publicado 5 noviembre 2007