Arévalo y los toros.



ARÉVALO Y LOS TOROS 


     La tradición taurina en esta Ciudad, es tan antigua como fuerte y arraigada. Son muchos los testimonios documentales de lancear y correr toros, festejos populares que, desde la edad media, acompañaron tanto a las actividades mercantiles de las ferias y mercados, como a las estancias reales en la antigua villa, festividades religiosas y algún otro acontecimiento notable.

     Una tradición antigua nos dice que El Cid lanceó toros junto al pozo de los pajaritos en la plaza del barrio de La Magdalena.

     En 1125 se lancearon en la Plaza de San Pedro, al igual que en 1212 para festejar el triunfo de la batalla de Las Navas de Tolosa y la concesión por el Rey Alfonso VIII del escudo de la Villa.

     Si al principio fue la nobleza la que lanceaba reses bravas, muy pronto surgieron los encierros durante el traslado de los toros o novillos, desde el prado de los toros de la dehesa, a los diversos cosos taurinos donde habían de lidiarse, surgiendo realmente el festejo popular, que ha permanecido hasta nuestros días. Después del encierro y como propina, se tomó la costumbre de soltar el Novillo del Alba, por la hora temprana en que se producía el traslado.

     1483 es una fecha emblemática en las crónicas taurinas arevalenses, cuando la Reina Isabel I de Castilla ratifica las Ferias Francas y en agradecimiento, es agasajada por el Concejo de la Villa con un gran festejo taurino en la Plaza de la Villa, lanceando toros a la antigua usanza.... emoción, peligro y heridos ; pocos días después, en la mi villa de Arevalo, la Reina mandó celebrar otro festejo en el mismo sitio, de toros enguantados, sin duda preludio de los toros embolados, que produjo gran divertimento y risas... según recoge una preciosa crónica.

     En 1600 tenemos una minuciosa descripción de las fiestas de la Cofradía de Santa Ana, que entre otros festejos religiosos y profanos, se lidiaron dos toros y cuatro novillos en la Plaza del Salvador, y si no hay comedias, otro toro; entre ellos, el de muerte, el de fuego y embolados.... pagados por la cofradía y por los mozos

     Los cosos taurinos, más o menos improvisados con carros o empalizadas, talanqueras y tablados de resinosos troncos de pino, recorrieron diferentes puntos de la antigua villa, pero principalmente sus tres plazas: de la Villa, del Real y del Arrabal. De los festejos de la Plaza de la Villa, tenemos unas fotografías históricas por su antigüedad, tan descriptivas como significativas.

     En 1864 se construyó plaza fija, que apenas duró cuatro años. En ella hicieron el paseíllo en una tarde memorable Domingo Mendivil, Santiago Tarusa y Paco Frascuelo. Entre 1892-1914 existió una de piedra que inauguraron los matadores Raimundo Rodríguez y Francisco Sánchez Povedano. Desde 1957 se recurrió a las plazas portátiles. 

     Arévalo fue uno de los pocos sitios que continuó la arraigada tradición de los encierros, durante algunos años en que fueron prohibidos. Aunque en los últimos años han pasado por la arena los mejores diestros, siguen siendo los encierros los festejos más populares. 

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Ricardo Guerra