Arévalo, Así era , Así es

 

Como en muchas de las ciudades y villas castellanas, desde la Edad Media, el correr toros era el espectáculo preferido del pueblo. Se tiene constancia de que corría el año de 1494 cuando la Reina Isabel La Católica presenció un acontecimiento taurino en Arévalo, tras lo cual, y al resultar éste muy violento, ordenó “enguantar” los cuernos de los toros, lo que, posteriormente, se conoció por “toros embolados”, esto según atestigua el célebre cronista Gonzalo Fernández de Oviedo (Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial), cuyo texto fue publicado por el prestigioso D. José Mª de Cossío, en su Tratado de los Toros, y recuperado recientemente por nuestro Cronista Ricardo Guerra, de cuyo texto destacamos los siguientes párrafos “e fue que estando allí en Arévalo, corrieron toros delante de sus altezas, e mataron dos hombres e tres o cuatro cavallos e hirieron mas, por que eran bravos, de Compasquillo; e la Reyna sintio mucha pena dello… en la misma Arevalo, mando cerrar otros toros, para ver si seria provechoso lo que thenia pensado. Mando que a los toros en el corral les encaxasen o calçasen otros cuernos de bueyes muertos, e que asi puestos, se los clavasen, porque no se les pudiesen caer los postizos;… E de ay adelante no queria la Reyna que se corriesen toros en su presencia, sino con aquellos guantes, de la manera que se ha dicho”.

Más tarde, se celebraron estos festejos en una plaza de piedra construida en el año 1891 y tristemente desaparecida en 1916. Posteriormente se volvieron a correr toros en la medieval Plaza de la Villa, pasando estas celebraciones a la Plaza del Arrabal, donde se acondicionaba para la ocasión con talanqueras, realizadas con troncos y tablas de madera de pino (de ambos cosos se conservan documentos fotográficos). En aquellos cosos improvisados uno de los espectáculos más populares eran las “vacas de noche” que se corrían entre baile y baile, con apagones de luz en momentos críticos. A partir de 1957 continuaron celebrándose en plaza portátil instalada al sitio de las Eras, donde llegaban los toros tras recorrer las calles de Los Descalzos y las Eras, saliendo de los toriles ubicados en “El Barrio Húmedo”, con una longitud de 900 m. aproximadamente y, en el caso de los encierros a caballo o de campo, tras subir por las laderas del Río Adaja, desde el Puente de San Julián, conducidos por una gran número de caballos. En la actualidad y desde el año 2009, en que se inauguró la nueva plaza de toros de obra, los encierros urbanos se corren desde la calle de los Descalzos, en que se halla el toril, pasando también por la Calle de las Eras y de la Fuentevieja, hasta llegar a la plaza de toros, en el denominado “Parque de Vellando”, tras cruzar la Avenida Emilio Romero, principal vía urbana de Arévalo.

Dada la ubicación definitiva de la nueva y espléndida plaza de toros, es de esperar que los encierros tengan continuidad en su discurrir, lo que les dará “empaque” y solidez. Recordemos que en la antigüedad eran los nobles los que lanceaban toros o realizaban “juegos de cañas” y el pueblo espectador salía al encuentro de los toros. Así nacen los encierros.

Es igual el lugar de celebración de los festejos taurinos, pues los encierros siguen conservando tanta emoción y popularidad como en el mejor rincón de Castilla, contando con un número considerable de encierros, pues vienen siendo 7 u 8 los celebrados a lo largo de la semana festiva, con sus respectivas capeas, en dos ocasiones a la hora tradicional de las 7 de la mañana, el primer y último domingo, a las 12 de la noche en otras dos ocasiones y, últimamente, otros 2 a las 9 de la tarde. Por si les faltaran alicientes, tenemos en Arévalo algo tan interesante como la suelta de “El toro Embolado” y “El Novillo del Alba”, tradicionales denominaciones de festejos populares.

 

ASÍ ERA.....

 

 

 

ASÍ ES .